Hoy quiero reflexionar sobre el tema de pesarse.
Subirse a la báscula es un gesto sencillo que podemos hacer sin apenas pensar, sin embargo a algunas personas ver el resultado puede cambiar su estado de ánimo, su humor y afectar a su autoestima e incluso a sus relaciones.
Se despiertan por la mañana con ganas, recordando todo lo que quieren hacer a lo largo de ese día: saltan de la cama, hacen un primer pipí y mientras disfrutan del momento se les ocurre la gran idea: “aprovecho que estoy en ayunas, me acabo de levantar y que ya he hecho pis para pesarme”.
Así de fácil. Se suben a la báscula y patapámmmmmmmmmmm ¿Pero como puede ser? Pero si estoy comiendo superbién, no me acuerdo ni de la última pizza que comí y los donuts… ¡bueno es que ni los huelo! ¿Qué demonios le pasa a mi cuerpo?
La cara se torna extraña, ceño fruncido y la mala ostia sube de los pies a la cabeza como la espuma. Y ya está, ya tienen la actitud y el humor de mierda necesarios para tener un día de perros.